martes, 7 de mayo de 2013

Rabindranah Tagore - ("Voto" y "Los niños") Mini bio - Foto

Tagore

Poeta y filósofo indio, premio Nobel, que contribuyó a estrechar el entendimiento mutuo entre las civilizaciones occidental e india. Su nombre en bengalí es Ravìndranatha Thakura y nació en Calcuta en el seno de una familia acomodada, hijo del filósofo Debendranath Tagore. Empezó a escribir poesía de niño y publicó su primer libro a los 17 años. Después de una breve estancia en Inglaterra (1878) donde estudió Derecho, volvió a la India, y pronto se convertiría en el autor más importante y famoso de la época colonial. Escribió poesía, cuentos, novelas y obras de teatro, y además compuso centenares de canciones populares. En 1929 empezó también a pintar. Internacionalista decidido y educador, en 1901 fundó en su propiedad bengalí la escuela Santiniketan, para la enseñanza de una mezcla de filosofías orientales y occidentales, que en 1921 se convertiría en la Universidad Internacional Visva-Bharati. También viajó y dió conferencias por todo el mundo. Tagore escribió en lengua bengalí. Su obra, muy imaginativa y profundamente religiosa, está impregnada por su amor a la naturaleza y a su tierra. En 1913, le fue concedido el Premio Nobel de Literatura y en 1915 el rey Jorge V le nombró caballero, título al que renunció tras la matanza de Amritsar en 1919, cuando las tropas británicas mataron a 400 manifestantes indios. Muchas de sus obras fueron traducidas al español por Zenovia Camprubí.

Voto

Dímelo con tus ojos y cogeré los frutos de mi huerto en donde el tiempo se ha trocado en dulzura y con ellos llenaré una cesta que tenga forma de corazón o de navío para ti que estás tan lejos, en el jardín de la tarde.
La estación avanza, avanza con pie dorado, llena de grave esplendor. 
La flauta del nostálgico calla en la sombra. Dímelo con tu silencio y la flauta gemirá por ti, entre todas la más lejana.
Dímelo apenas con tu sonrisa y me daré a la vela sobre el río, hacia ti, rodeada por la lejanía. El viento de marzo se levanta e infla el pecho de las velas y las olas.
Mi huerto exhala toda su alma a la hora entristecida en que la luz cierra sus párpados. Llámame con tu alma desde tu casa, en la playa de la lejanía, 
al otro lado del crepúsculo.

Los niños

En la última playa del mundo los niños se reúnen. El infinito azul está a su lado, al alcance de sus manos. En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen, y ríen, gritan y bailan entre una nube de oro. Con la arena rosa, dorada, violeta -en el alba, al medio día, por la tarde- edifican sus casas volanderas. Y juegan con las menudas conchas vacías. Y con las hojas secas aparejan sus barcas y, sonriendo, las echan al insondable mar. Los niños juegan en la ribera del mundo, más allá del cielo.
No saben navegar, ni saben lanzar las redes. Los niños pescadores de perlas se hunden en el mar y, al alba, los mercaderes se hacen a la vela; los niños entretanto acumulan guijarros de colores y luego, sonriendo, los dispersan.
No buscan tesoros escondidos, ni saben echar las redes.
Sube la marea, con su ancha risa, y la playa, sonríe con su pálido resplandor.
Las ondas en que habita la muerte cantan para los niños baladas sin sentido, como canta una madre que mece la cuna de su hijo. La ola baila y juega con los niños y la playa sonríe con su pálido resplandor.
En la última ribera del mundo los niños se reúnen. Pasa la tempestad por el cielo solitario, zozobran los navíos en el océano sin caminos, anda la muerte, anda la muerte, y los niños juegan, entre una nube de oro. 
En la orilla del mundo, más allá de la luna, los niños se reúnen en inmensa asamblea de risas y de danzas y de juegos y de cantos.

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